Con Madina, el presidente del Gobierno, vuelve al criterio "generacional" en los nombramientos, cuando sea posible. Para este puesto se busca madurez política y capacidad de negociación.
A la secretaria de organización, Leire Pajín, le pareció que la designación de Madina, miembro de la ejecutiva federal desde el último congreso y adscrito a su secretaría, era absolutamente idónea. Sus trayectorias marchan paralelas desde hace años: él como portavoz de cooperación y Pajín en la Secretaría de Estado de esa área. Madina, licenciado en historia y máster en política internacional, pasó una temporada en el Parlamento Europeo como asesor tras sufrir en 2002 un atentado de ETA que le dejó sin una pierna.
Cuando en la noche del 1 de marzo Patxi López anunció que presentaba su candidatura a lehendakari alguien vio a Madina limpiándose con disimulo grandes lagrimones. Sí, estaba contento por la posibilidad de gobernar, pero como dicen sus compañeros en la dirección del grupo -Mariví Monteseirín, Carmen Sánchez y Daniel Fernández- lo mejor de él, es su ausencia de sectarismo y de prejuicios.
Ahora tiene que poner en marcha la capacidad de empatía que requiere pactar semana a semana los proyectos propios y de la oposición, aunque, de momento, la letra mayúscula la escribirá Alonso. En su discurso, ni público ni privado, entra el atentado que sufrió. "Yo soy dueño de mi voluntad y no elegí ser víctima; no me siento víctima. Soy un ciudadano".
A algunos les recuerda el razonamiento de otro socialista vasco, presidente del PSOE durante muchos años, Ramón Rubial. Cuando se le mostraba admiración por los muchos años que estuvo en las cárceles franquistas, Rubial decía; "No tengo ningún mérito; no estuve en la cárcel por mi voluntad ni un solo minuto".